País: Estados Unidos
Año: 1969
Miradas se entrecruzan como vectores, fuerzas en tensión en la batalla por un acto comunicativo puro, ¿hasta qué punto el lenguaje permite la posibilidad de reflejar lo que verdaderamente pensamos? ¿cuántas veces reafirmamos ficciones sobre nosotros mismos que no se equiparan a nuestro accionar real? Estas son algunos de los cuestionamientos que Bob & Carol & Ted & Alice plantea en su introducción, la película explora las relaciones afectivas en el marco del auge del libre amor y de las comunidades hippies. La deconstrucción de estructuras y hábitos es el acto que motiva el movimiento de la película. De esta forma las dos parejas representan dos desenlaces ante esta lucha entre la tradición y la nueva moral. Por un lado Bob (es un documentalista que justamente persigue la verdad) y Carol representan la posibilidad positiva de este nuevo tipo de relación, por el otro Ted y Alice parecen estar más aferrados a la tradición. La película hace numerosas referencias a las formas en que los constructos sociales encasillan y perpetúan (o dan lugar a nuevos) hábitos, que a su vez se construyen desde el enfrentamiento entre individuo y colectivo. Es así que Alice acude al psicólogo cuando se da cuenta que no puede empatizar con la nueva forma de amor practicada por Bob y Carol, hay un intento de recurrir a las instituciones para, a partir de los demás, comprenderse a uno mismo. En otra de las escenas Ted le relata a Bob en una piscina una fantasía amorosa con una mujer de otro estado al que visitó, pero sus hijos están permanentemente interrumpiendo el relato y salpicando a la cámara, aferrando a Ted que en el encarcelamiento de lo real no hay ni siquiera espacio para la libertad de lo imaginado. Mazursky lleva esta impronta de introspección que transcurre en la pantalla y la da vuelta como un espejo referenciando al espectador. Aquellas miradas que se entrecruzan entre los personajes ahora se dirigen a nosotros, como atravesando la pantalla nos interpelan y nos preguntan si creemos conocernos o vivímos en el espejismo de nuestra auto-ficción.
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