jueves, 18 de junio de 2020

A Comédia de Dèus - João César Monteiro



Director: João César Monteiro
País: Portugal
Año: 1995

El cine de João César Monteiro es escurridizo, cuando se proyectan ciertas avenidas por las cuales sus películas puedan transitar estas toman un curso contrario, se escapan como hielo derritiéndose entre las manos. Es un trabajo a cuentagotas en donde los arcos narrativos de cada escena despliegan nuevas capas de personajes inesperados. Es por lo tanto consecuente que el concepto de subversión sea un componente integral tanto de este film como de su predecesor en la trilogía de João de Deus, Recordações da Casa Amarela. En este caso el trabajo subversivo principalmente concierne al choque entre el personaje y el espectador, esto a es a las expectativas que tiene el mismo a la hora de la interpretación de un texto.

El protagonista de A Comédia de Deus es un sujeto repudiable que se la pasa gran parte del tiempo detrás de mujeres mucho menores a él y creando elaborados esquemas para agrandar su colección de vellos púbicos, en pocas palabras se podría decir que es lo que se conoce de forma coloquial como un viejo verde. Es en este punto en donde se produce una alteración de las expectativas de acuerdo al género en el que se enmarca el film en relación con la moral de su protagonista.

Esto no parece ser un problema mayor en otros géneros, el cine de terror pone muchas veces a personajes cuya moral es cuestionable como protagonista de la historia. Pareciera que determinados comportamientos son más o menos cuestionados dependiendo del tono que las películas manejen ante ellos, generando una barrera ante el problema de lo ético. La tarea subversiva que plantea Monteiro se da en el momento en donde pone a un personaje de estas características ante el marco referencial del género de comedia.

Como si esto fuera poco el director maneja un segundo nivel de contraposición estética, en donde es capaz de retratar estos actos desagradables con un virtuosismo técnico innegable, los encuadres son de una insoslayable belleza y responden a una meticulosidad propia del protagonista. Sin embargo es en este punto en donde lo subversivo camina en la cornisa de lo problemático, uno se pregunta si el film no crea una doble instancia en donde se humanizan y se normalizan el tipo de prácticas realizadas por el desdeñable sujeto. Es una dicotomía que permanece más actual que nunca y que, aunque personalmente limitó mi disfrute de la película, es la virtud más grande de la misma.


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