miércoles, 8 de julio de 2020

DAU. Natasha - Jekaterina Oertel, Ilya Khrzhanovsky


Director: Jekaterina Oertel, Ilya Khrzhanovsky
País: Rusia

Año: 2020


Resulta casi imposible hablar de DAU sin desarrollar sobre las gigantescas dimensiones de su producción (de esto ya se encargaron muchos otros), me interesa sin embargo realizar una breve exploración de las consecuencias materiales en las que dicha magnitud de ejecución cinematográfica toma efecto en la vida de sus protagonistas.

Porque DAU Natasha en su recreación (¿o se puede hablar de simulación?) de un instituto científico de la URSS en los años 50 se mueve en terrenos frágiles en donde las fronteras entre performance y documentación están como mínimo borrosas. Se puede decir que la relación entre ambos términos representa los polos opuestos de un continuum, en este sentido la película elimina la concepción absoluta de los mismos, dejando un producto que al bascular entre ambos polos deja más preguntas que respuestas. Una escena en particular que atestigua esta situación es la de la actriz Natalia Berezhnaya reclamando por su falta de libertad, se pregunta cuál es el sentido de seguir esforzándose día a día e insulta a los causantes de su contexto. Es un monólogo que tiene dos posibles lecturas, la primera es dentro del universo contextual del contenido en el que se maneja la película (que es el regimen autoritario de la URSS), en este caso suponemos que la voz es la de la protagonista en su performance. La otra lectura es que esos insultos sean dirigidos al director de la película, que en su afán de simular la realidad histórica repite los lamentos que acarrea la misma. Por oposición en esta perspectiva pensamos la voz como documento de un sentimiento legítimo de la actriz.

Esto es un ínfimo fragmento dentro de la mastodóntica obra que significa DAU pero que a mi entender presenta un interesante caso de las difusas barreras entre el arte y la realidad.

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