El ejercicio de la reflexión cinematográfica a través del uso del medio ha sido históricamente fuente de grandes películas, sea sobre el proceso de realización de una película o en el análisis de los componentes que hacen al medio. El proceso metatextual que implica semejante ejercicio posibilita un juego interno que se mueve sigilosamente por debajo de los confines convencionales de la narración. De alguna forma, siempre que se hace cine se ejerce una declaración de los principios ontológicos del medio, pero este tipo de realizaciones se intoxican con ese propio estado de ser. Parecen recorrer un camino inverso, al hablar de cine se puede llegar a hablar de algo que va más allá del mismo. Febrero estuvo marcado por algunos directores que, ya sea por un interés en la deconstrucción material del medio o por un apasionado amor al arte cinematográfica, dedican gran parte de su obra a lo meta-reflexivo.
The Arrival (1998) - Dir. Peter Tscherkassky
Mediante trabajos que implican el análisis material de los componentes que hacen a la película la obra del austríaco Peter Tscherkassky es un reflejo absoluto de este tipo de cine. En su duración de tan solo dos minutos, The Arrival cuenta una historia de amor a través de lo oculto. Es un ejercicio de reconstrucción a través del desglose de los elementos principales de una película. El corto comienza con una imagen, o tal vez una contra-imagen, se ven trozos de film merodeando por la periferia de la pantalla. Se decide mostrar lo escondido, ¿que estamos viendo si no estamos viendo la película?. Tscherkassky realiza de alguna forma una cosmogonía cinematográfica, en el comienzo no había nada y luego apareció el film. Y como no podía ser de otra forma, la primera imagen que contiene el film es la llegada de un tren, en ese momento comienza esa historia de amor entre el cine y la pantalla.
Yoyo (1998) - Dir. Pierre Étaix
La obra de Tscherkassky transita la reflexión mediante un ejercicio más bien frío y calculado de lo material. En contrapartida Yoyo de Pierre Étaix es un homenaje a la historia del cine a través de la emoción. La narración cuenta de modo bastante ligero la vida de un payaso que se convierte en artista y termina trabajando para la televisión. Lo curioso de la película es que está segmentada en tres partes donde cada una de ellas representa un momento en la historia del cine. El primer segmento de la película es muda, y la representación tanto actoral como sonora rinde homenaje a los recursos estilísticos de la época. Por supuesto, Etaix es lo suficientemente creativo como para escapar de la mera referencia y llevarla a un lugar de trascendencia. En este sentido a Étaix se lo puede comparar con los grandes comediantes-directores que hicieron de su aparición en cámara un personaje mítico (a lo Chaplin, Keaton, Tati). El trabajo conjunto de Étaix con su guionista Jean Claude Carriere (que más adelante trabajaría con Luis Buñuel) crea una comedia en donde los gags presentan varias capas de significación, se dan varias dinámicas en donde el juego con el fuera de campo y el pasaje de la pintura a la imagen en movimiento son el ancla humorística. El segundo segmento de la película involucra la llegada del sonido y así como vemos crecer al cine también vemos crecer al protagonista que es enviado a la guerra. Las referencias al cine de Fellini en su uso del realismo mágico y el surrealismo tiñen a la experiencia como una carta de amor de un director a su arte. La película muy inteligentemente usa este recurso para hacer una historia emocional de la llegada de diferentes recursos tecnológicos, pues una vez entrada la tercera parte en donde llega la televisión la nostalgia del protagonista por su infancia hace espejo de la nostalgia del cine por sus tiempos primigenios. Hay un sentimiento de añoranza por aquella magia de la primera etapa del cine que inunda la pantalla. A su vez esta tercera instancia es reminiscente de algunos de los mejores momentos de la filmografía de Tati (con quien Étaix trabajo en Mon Oncle) sobretodo en la mecanización del humano en pos del desarrollo post-capitalista. Ese contraste entre la llegada a un universo inerte y la memoria de uno empañado por la inocencia infantil enmarcan a Yoyo.
Montaña en Sombra (2012) - Dir. Lois Patiño
Aunque tal vez esté un tanto separada de la temática central de esta entrada, los cortos de Lois Patiño dejaron un impacto bastante grande en mis visionados de este mes. Montaña en sombra y Fajr son títulos que sobresalen por su estudio sobre la forma en que el humano y la naturaleza interactúan. Se puede afirmar que esta última es la protagonista de ambos cortos, el director pone énfasis en la inmensidad de la naturaleza en comparación a la diminutez humana. Se hace de la interacción entre ambas fuerzas un intercambio comunicativo en donde tanto humano como naturaleza están sujetos a cambio. Los grandes planos generales son moneda corriente en las películas de Patiño, le permiten dejar al humano como una mera mancha en el fondo absoluto tanto de las montañas en Montañas en Sombra como del desierto en Fajr. La palabra hablada siempre ocurre por fuera de la pantalla dejando a los personajes como avatares sin posibilidad de acción, casi como estatuas petrificadas por el tiempo. A su vez, la imagen está en muchos casos modificada para generar un aura de extrañamiento que transporta lo cotidiano de la naturaleza a lo extraterrestre. De tal manera lo sobrenatural es también un elemento fundamental en la obra del director que entiende que la forma que tiene el humano de justificar su rol menor en esa relación de poder es a través de la presencia de un elemento divino o superior, es de esa interacción es que nace lo mítico. Ambas obras de Patiño como su más reciente película Lúa Vermella indagan en ese intercambio en donde pasado y presente están en contacto a través de la perpetuidad de la naturaleza y de las narrativas que creamos alrededor de ella.
Ici et Ailleurs (1976) - Dir. Jean-Luc Godard
Algunas otras películas que llamaron mi atención en el mes: Ici et Ailleurs de Jean-Luc Godard por su análisis de la otredad a través de lo cinematográfico, Harlan County U.S.A. de Barbara Kopple en la infinidad de recursos narrativos en su búsqueda de la verdad, Terrorizers de Edward Yang como estampa de la globalización y la contaminación de occidente, Ariel de Aki Kaurismäki por su economía narrativa y lo humanidad de sus personajes.